Discurso pronunciado por Fransiles Gallardo
en la Actuación Central de Conmemoración
del 40º Aniversario de Creación del
Colegio Nacional Mixto "Santa María Magdalena"
de Magdalena, Cajamarca, Perú.
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Fue en la última hora de clase de la tarde de diciembre de 1971, cuando abrazados, emocionados y con lágrimas en los ojos; nos despedíamos, con la firme promesa y la esperanza perenne de reencontrarnos algún día.
Con varios de ustedes compañeros, Fundamos este nuestro Colegio, el Santa María Magdalena, una soleada mañana del 18 de mayo de 1967.
Han transcurrido 45 años desde ese momento en que el Director Francisco Iglesias iniciara esta histórica fundación y con ello continuar con los estudios secundarios en nuestro propio pueblo y no emigrar a otras latitudes del país.
Indudablemente, los de antes ya no somos los mismos y como dice una antiguo vals peruano:” Tengo arrugas en la frente, mis pupilas tienen un débil mirar, mis labios temblorosos y arrugados y mis sienes un blanco color”.
Efectivamente, el tiempo pasa y deja sus inmarcesibles huellas; pero no las ganas de superación, de éxito, de emoción y de los reencuentros como el que ahora celebramos.
Gracias señor Director por reivindicarnos el honor de ser los Fundadores y la Primera Promoción de nuestro Colegio y gracias también a las diversas Promociones que hoy nos acompañan; por su solidaridad y su cariño para con quienes abrimos los caminos de su tránsito educacional en este nuestro Colegio.
Compañeros de la Promoción 1971:
Han tenido que transcurrir 40 años para que la promesa del reencuentro suceda.
Y Gracias a Dios, hoy volvemos a emocionarnos y nuevamente con lágrimas en los ojos, estrecharnos en esos abrazos interminables, eternos, fraternos y solidarios que han humedecido nuestra alma; soñando con que el tiempo hubiese paralizado su indetenible marcha.
Y los recuerdos nos retrotraen al viejo Cabildo, actual Patrimonio Nacional y en el cuan transcurrieron nuestros cinco años estudiantiles.
Y la vieja y querida Plaza de Armas que fue nuestro amplísimo patio de recreo con sus bancas de cemento, sus pinos, sus caracuchos y su vieja pileta central y a pesar que sus calles estaban siempre abiertas; nadie se atrevía a cruzar sus fronteras y dejar de asistir a clases.
Era la orgullosa época de 24 adolescentes colegiales, con el corte de pelo militar, nuestro uniforme beige de comando, cristina, corbata y galones y también, los Jampers azules, las blusas celestes y los zapatos negros de nuestra hermosas e incendiarias compañeras de salón.
Nuestro recuerdo a ustedes profesores y profesoras, que llegaron jovencísimas, a batallar con nosotros y estrenar su esforzada labor magisterial. Una prueba de fuego que supieron superar con inteligencia, paciencia y buen humor. Aquí estamos como prueba de ese trajinar.
Gracias también, por el extraordinario esfuerzo de estar hoy con nosotros.
A ustedes compañeros de la Primera Promoción, por compartir esta idea, de hacerla suya y concretarla; pero un agradecimiento muy especial a Inesita Rivasplata por la organización, la paciencia, las ganas y el tesón para movilizarnos y congregarnos desde diversas partes del país. Mil gracias una vez más.
Compañeros de la promoción:
Hasta ese último día de clase de diciembre de 1971, sólo había sido importante:
Respetar y hacer respetar el reglamento del colegio: puntualidad, responsabilidad, disciplina y estudio.
Mantener nuestros cabellos cortos; a pesar de que no habían profesionales en imagen y estética, muchos aprendieron en nuestras cabezas.
Tener los cuadernos al día y presentables.
Los uniformes limpios, aunque zurcidos; pero bien planchados.
Las chicas con la falda debajo de la rodilla.
Presentar las tareas y asignaciones a la hora de clase señalada; sea a luz de vela, lámpara de kerosene o lamparín.
Llegar temprano; aunque haya que caminar largos trechos.
Formar todos los días, mañana y tarde; entrada y salida.
Y cada lunes en la mañana cantar con el saludo al frente, el ”Somos libres, seámoslo siempre”.
40 años han transcurrido desde la vez primera, en que aprendimos los fundamentos del algebra y los Baldores nuestra tortura; los principios de la geometría y los teoremas trigonométricos con los L,q,q,d ; lo que queríamos demostrar de la profesora Josefina Julcamoro.
Las leyes de la física: “Toda acción tiene una reacción” con el profesor Veneros.
La zoología; con los nombres científicos, orden, clase y sub clase; la botánica, la anatomía humana y la Tabla Periódica de los Elementos químicos con la profesora Violeta Quispe Carranza.
Compañeros: Estos son los fundamentos básicos y cimientos de las ingenierías, que algunos de nosotros hemos desarrollado; y que con ingenio, esfuerzo y un poco de buena suerte hemos construido nuestro sustento diario y material y talvez también, hacernos profesionales exitosos.
40 años han transcurrido desde que conocimos a Bocaccio, Cervantes, Ciro Alegría, Arguedas y Vallejo con las clases de la profesora Alicia Fernández.
Fue cuando las letras y los versos empezaron a revolotear en nuestros cerebros y nos mostraron las diversas formas de entender la gramática; para hacer de algunos de nosotros obreros de la pluma y del papel, y en estos tiempos mediáticos; de la informática, también.
40 años han transcurrido desde que conocimos la Historia Universal y del Perú y las Geografías con el profesor Nelson Romero; la Educación Cívica con profesora Elisa Quevedo y la belleza del arte con la profesora Lilian Soriano.
40 años han transcurrido desde que nos encontramos con el pensamiento de Mariátegui y el Che Guevara y las corrientes filosóficas de América y el mundo, con las clases magistrales de nuestro director Enrique Mera Toro.
La educación física era la excusa básica para jugar el partidito de fútbol y de fulbito anhelado en las tantas noches deportivas o en la fiesta de julio.
Pero también hacer un puño, cuando teníamos que enfrentarnos a los colegios vecinos “Magdalena nunca pierde y cuando pierde mete golpe”.
También nos permitió apreciar en primera fila y hacer barra “ra … ra … ra” a la frescura y el talento de nuestras hermosas compañeras y bellas profesoras; en esos memorables partidos de vóley y fulbito femenino.
La Instrucción Pre Militar con nuestros fusiles de madera nos permitió entender el amor a la Patria y aunque rampando entre el lodo y la tierra, tengamos el lógico pretexto para asistir con ropa de calle, a las clases.
Las chicas en Educación Familiar entre agujas, bordados y disertaciones, aprender lo que es la familia; que les ha permitido ser las buenas madres y las hermosas y querendonas abuelas que hoy son.
Pero como es natural, la búsqueda de un futuro mejor nos dispersó; llevándonos como hojas que el viento arrebata por diversos lugares del país y algunos de nuestros compañeros a emigrar al extranjero; como Italia y Australia, países los cuales les han brindado las oportunidades que anhelaban; pero que para este re encuentro están aquí, hoy con nosotros.
Gracias amigos por este invalorable esfuerzo.
Es doloroso también, recordar compañeros, que la muerte ha visitado a nuestra promoción.
Nuestro recuerdo y un saludo a la memoria de Máximo Chuquitucto Camacho, nuestro buen Chuqui; Antonio Julca Saldaña y Aurelio Tafur Montoya, nuestro recordado Lelo; con quienes tuvimos el privilegio de ser Fundadores de este nuestro Colegio, el Colegio Nacional Mixto Santa María Magdalena y también a don Teodosio Ulises Honorio Sheen, nuestro eterno Auxiliar de Educación.
Quiero decirles compañeros, que la fortuna, el agradecimiento y emoción me embargan.
Me siento afortunado, agradecido y emocionado por estar aquí con todos ustedes, compañeros de la Primera Promoción 1971, y como diría nuestro buen Jorge “coco” Estela “la primera, la única y la mejor”, con el perdón de las promociones que nos sucedieron.
Afortunado, agradecido y emocionado en este nuevo comienzo; porque el camino aún es largo, la carga sigue siendo pesada, los momentos siguen siendo difíciles y las horas de marcha todavía son muchas.
Afortunado, agradecido y emocionado por este reencuentro; que nos permite recargarnos de cariño, compartir nuestras vivencias, aliviar nuestros pesares, hacernos más amigos, apoyarnos emocionalmente y compartir nuestros quehaceres profesionales para continuar nuestros andares.
Afortunado, agradecido y emocionado por compartir nuestros éxitos y sentirnos alegres por los logros; de igual forma sentirnos solidarios en la desventura y en los fracasos; porque compañeros, sabemos bien que: Sus éxitos, son nuestros y sus tropiezos, también.
Afortunado, agradecido y emocionado porque con toda seguridad, este reencuentro no será, ni el primero ni el último; porque habrán muchos más y tengo la certeza absoluta que seguiremos juntos, y en conjunto acometeremos los propósitos finales de nuestras existencias.
Que más puedo pedir y hacer en este imborrable momento y después de 40 años; sólo abrazarlos fraternalmente y cobijarlos en este corazón que vibra de emoción, ríe de alegría y canta de contento.
Finalmente sólo decirles que: Seamos como las aves, disfrutemos del infinito azul de otros cielos; pero retornemos a estos nuestros árboles queridos para colmar nuestras soledades, con las cosas que amamos siempre y que está aquí en esta nuestra patria chica, Magdalena.
Gracias por siempre, eternamente agradecido.
Muchas Gracias.
Fransiles Gallardo Plasencia
Brigadier General
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