A la memoria de mi padre

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Expresamos nuestras más sentidas condolencias

al amigo Luis Iván Salas Rodríguez y por su intermedio

a todos sus familiares, rogando al Hacedor

acoja en su Reino al alma de Don Luis Salas

Por: Luis Iván Salas Rodríguez*

A pesar de ser un día soleado, el domingo 3 de junio fue para mi familia un día triste, de luna gris; a las 10 y 10 de la mañana fallecía mi querido padre, fue un duro golpe emocional y tristeza gorda ante este final inevitable.

Papá Lucho fue un hombre apasionado, la Educación era su preocupación permanente; su premisa era en realidad muy simple. “Educar es formar hombres nuevos que ayuden a construir un mundo nuevo”. Trabajó además en la promoción de su otra pasión: el deporte, como director del Instituto Peruano del Deporte (antes INRED). Me enseñó a jugar básquet, a nadar, algo de gimnasia básica y el footing, lamentablemente lo decepcioné en lo del karate y la autodefensa personal, fui muy malo para las broncas, la última fue en 1976; a estas alturas de la vida no sé si en una pelea puedo responder como Bruce Lee o el “El chavo del ocho”.

Trabajó con los niños excepcionales luego de renunciar a la dirección del IPD ante el chantaje de viejos amigos del gobierno de turno. Prácticamente le exigían inscribirse en el partido de gobierno y poder ascender incluso a un puesto superior en el Ministerio de Educación. Mi padre que era un hombre de temple, no entraba en vainas:

- Ahí tienen su cargo – replicó, descansó unas semanas y luego fue a trabajar con los niños excepcionales, a quienes dedicó un trabajo académico en cuya portada se leía el lema: “QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”.

Gracias a mis padres se estampó en mi vida el hábito de la lectura y el deporte, la firmeza en los valores y principios como brújula que nos guíe en este convulsionado mar, por donde va el barco de nuestras vidas. Educación con sólidos valores como la honestidad, la lucha por la verdad, la justicia, el esfuerzo por superarse con el estudio. La injusticia, los abusos y la corrupción, eran sencillamente intolerables durante las conversaciones en la mesa familiar. Recuerdo también ese párrafo de la canción homenaje de devoción a la Virgen María: “Aunque te digan algunos, que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad”

Gracias papá Lucho por consolarme de niño cuando por la radio sufríamos por la pérdida de la selección peruana de fútbol. Recuerdo la frase que me recitabas, del poeta José Santos Chocano, me parece que dice algo así: “Nada importa vencer o ser vencido, lo importante es ser grande en la batalla”

Gracias viejo por inculcarme los ideales de justicia y cambio social, gracias por la biblioteca familiar que esforzadamente la implementaste con ayuda de mami Mache: “Los siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, los poemas de César Vallejo, nuestro poeta inmortal; las obras de Ciro Alegría, Manuel Scorza y José María Arguedas, gracias por el poemario musical de José María Eguren. Gracias por la colección de literatura clásica griega, el Diccionario Enciclopédico Universal, la excelente enciclopedia “QUILLET” que me acercó a Cervantes, Shakespeare, Dostoievski, Tolstoi, Gorki, Joyce, Neruda, Víctor Hugo, entre otros.

Disculpa mi intolerancia de joven rebelde con la genial obra Mario Vargas Llosa, me parecía muy conservador en lo político, luego de leerlo comprendí su genialidad literaria, recordaba a nuestro gran amigo don Alfonso Barrantes Lingán cuando en cierta oportunidad dijo: “Cuando quiero distraerme leo a Vargas Llosa que es genial, pero cuando quiero educarme, leo a Mariátegui”.

Con mami Mache, nos diste a todos tus hijos el gran regalo, el mejor: la educación inicial, primaria, secundaria y superior. Gracias por llevarme tomado de la mano al cine, gracias por mi vocación cinéfila, gracias por esa película maravillosa: BEN HUR, obligatoria en el menú familiar de Semana Santa durante más de 30 años. Gracias por inculcarme tu pasión por la Historia del Perú y la historia Universal.

¿Qué más puede pedir un hijo a sus padres si no es la Educación y una sólida formación que reposa en inclaudicables valores y principios para enfrentar la vida con dignidad? Valores y principios que nos enseñan a decir SÍ cuando debemos decir SÍ y a decir NO cuando se debe decir no.

Gracias por alejarme del dogmatismo de los “marsupiales” como decías refiriéndote al marxismo congelado, chusco, de manual; gracias por ayudarme a entender a Mariátegui y su espíritu cosmopolita, dinámico, siempre creativo y concordante con la realidad viva, concreta.

Fueron los principios, valores, su tenaz compromiso con la familia y la comunidad, los pilares que guiaron la vida de mi querido padre. Por eso siento que tu partida es sólo física, espiritualmente siempre estarás presente, pues los seres queridos nunca mueren, siempre los conservaremos en nuestra mente y corazón. Estoy seguro que descansas en paz, allí donde reposan las personas nobles y de buen corazón.

Gracias por heredar tu amor y pasión por el mar. Disculpa que no puede llorarte de golpe, te lloré por pausas hasta que hoy decidí escribir este homenaje a tu memoria frente al mar, en el malecón Cisneros y llorándote, hoy sí, a cántaros. Es preferible llorar a solas y aceleradamente, es mucho mejor creo.

Hoy me siento descargado pero con la pena de no poder agradecerte y decirte tantas cosas que quedaron pendientes. Sólo me queda honrar tu memoria y ejemplo, aún en circunstancias adversas en que debemos morder el polvo, porque como me enseñaste: los ideales y principios no se venden.

Disculpa que no haya podido concretizar tu sueño de estudiar la carrera militar, felizmente mi hermano Fredy decidió serlo y lleva su carrera en forma honesta e impecable, como tú siempre lo quisiste, siguiendo el ejemplo de Cáceres, Bolognesi y Grau.

Te agradecemos por tus oraciones cotidianas, las que siempre eran – según nos comentabas – por tu familia, por Cajamarca y por la Nación.

Chau viejo, sé que estás en buen paradero, ojala encuentres a José Carlos Mariátegui, a Marilyn Monroe y a Lennon, les envío mis saludos y abrazo eterno. Si Dios quiere y el diablo lo permite, algún día nos encontraremos para recordar los momentos gratos.

Fuente: Panorama Cajamarquino

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*LUIS IVÁN SALAS RODRÍGUEZ
Sociólogo, columnista periodístico.
Consultor.
Cel. (511) 995222327
rpm: #287174

 

 

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