CANTARES DE MUJER

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Mi Padre en el tiempo

 

Socorro Barrantes Zurita.           

 

        Camina mi padre por el patio de la casa,  la huerta, huérfana de la ternura de mi madre. Se sienta a leer el Nuevo Diario, buscando aquellos Cantares de Mujer, que se le ocurrió a una de sus hijas desde hace varios años.  Primero era un espacio Radial en las décadas del 70 y 80 cuando Walter Grau, tenía su espacio radial KALEIDOSCOPIO, que dio vueltas por varias emisoras y momentos de la historia de las comunicaciones en Cajamarca.  Luego, ya trabajando en la Asociación Mujer Familia, se le dio este nombre al festival CANTARES DE MUJER, donde precisamente las mujeres, de barrios populares y los jóvenes, dieron rienda suelta a su creatividad por algunos años.  Era un festival muy lindo,  donde se componía versos alusivos a la vida de estas mujeres, a sus problemas, sueños, prestando la melodía a alguna canción que acomodara a la letra. Luego aterrizamos, gracias al notable y solidario amigo JAIME ABANTO, en una Columna semanal en Panorama Cajamarquino, luego hace dos años, creo, en el Nuevo Diario que él dirige Entonces, ahora, es columna, desde el año 2008 a la fecha,  si es que Jaimito y la vida lo permiten. Mi padre se enteró de tal ocurrencia y desde entonces me inspira a escribir, junto a mi madre, quien escucha la lectura que mi padre hace, sentado en su sillón, envuelto en pañolón azul para amedrentar al frio. A mi padre le debo por entero el arte de leer sin cansancio, diariamente, aunque hoy con el paso del tiempo, entiendo muy poco de lo que leo.  Pero es una pasión que mi padre alentó desde niña y ahora que estoy vieja, es la pasión que más me gusta.

            MI padre era feliz comprando libros, periódicos, revistas, de la más diversa índole. Tampoco él podía estar sin leer algo, hasta casi el último de sus días.  El Comercio, La Prensa, lo acompañaban, contándole tantas y tantas noticias, que él guardaba en su memoria cabal. Releía a César Vallejo, Rubén Darío, José Santos Chocano, Dostoievski, Jorge Isaac, Platón, Homero, Honorato de Balzac, su incomparable Quijote, las revistas Amauta, Mundial, Variedades, Peruanidad, Caretas, Monos y Monadas, Sur, la Hora del Hombre y muchas que ya no recuerdo. Lo que leía daba lugar a entretenidas conversaciones con amigos,  hijos, sobrinos,  Auvín Becerra,  inolvidable, su amanuense Valentón Tafur, el Finado Compa Jaime, Danielito Cubas y, el genial Ojoduro.  Con su pata entrañable, Oscar Imaña y su hermano Alfonso, padre del Frejolito,  no sólo conversaban de libros, expedientes judiciales, leyes,  sentencias, sino también de mujeres hermosas, de cándidas beatas,  de mozas llenitas, de rutilantes bailarinas y actrices de un incipiente cine.

            Mi padre,  mañana, 16 de noviembre, cumpliría muchos, muchos años, eligió pasear por el patio de la casa, aspirando el perfume de bellas flores que mi madre cuidara con pasión heroica también.  Aún huele su fe inquebrantable al Patriarca San José, a la Madre Dolorosa, a quien nos encargara cuando ella se fue.  Huelen los mirtos blancos, morados, el alhelí, la blanca rosa Bertha, la rosada, la rosita té, las rosas amarillas colgando de la barda, entre dalias y tunales, mirando a los higos o brevas blancas de dulcísimo aliento y duraznos de distintas layas, junto a las manzanas de bellas flores tersas, berenjenas, poro poros…

            Todo esto lo cuento para afirmar que nuestros padres nos enseñaron a amar la Fe, la naturaleza,  la cultura, lo que debiéramos hacer cada padre y madre, esperando que el mundo sea mejor y más bonito.  Gracias Padre nuestro, por ser mi padre que gusta leer Cantares de Mujer, desde lo alto.

Cajamarca, 19 de noviembre 2021.

 

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