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ROSITA, parte a los jardines tibios

Socorro Barrantes.

Guillermito, Este amanecer ROSITA, parte a los jardines tibios, perfecta armonía del paraíso celeste. El camino para llegar a él, ha sido de radiante niñez y juventud. Aún se escucha su voz cantando en los parajes seductores de San Silvestre de Cochán. Guiados los hijos, por la mano firme y sabia de vuestro padre, la ternura infinita de vuestra madre. Ya está junto a ellos.

¡Oh nefasta sombra la de la muerte! entra anudando el aire, tempestad de lienzos y nubes trasgresoras de la vida. Canta el búho su canción de la noche y en el alma la negra pena crucifica el silencio. Arde como paja la esperanza de retener al ser amado que se va y sólo unas cenizas quedan rodando entre los dedos. Lágrimas se agolpan en el pecho, como una fuente oscura, mancillada, no pueden salir, detenidas, pesan como canto rodado en la senda. Ofrecer el ruego de no dejarlos ir, a quien se va. No hay voz en la garganta. Un vaho silente trepida en la lentitud del frío que invade hacia el final destino. Tomar la mano de aquel ser que vivió y compartió el espacio, el tiempo de todos estos años, besar el último hálito de su aliento otrora fresco y risueño.

Pero esa otra vida, en la que creía firmemente Rosita, ese mundo paradisíaco de almas blancas como el níveo pensamiento de la luz divina, se abre para ella. Allí, Dios, el Padre que creo el espacio y el tiempo donde ella nació, creció, jugó a los dados eternos, echándolos a la suerte de ser una mujer cabal, MAESTRA, cristiana. Oró ante la Virgen del Carmen, antes de partir en esa nebulosa incomprensible de ir al más allá. Dónde queda, ¿dónde nace, dónde termina? Más allá de esta luminosidad solar, de esta lluvia que moja tus caminos, para borrarlos y encender otros nuevos, ROSA de los vientos más azules que los del cielo y del mar.

Les queda, toda esa bella historia que la escribieron con amor fraternal infinito. Un equipo de hermanos, queriéndose como agua para el chocolate. Sin perderse de vista, de rastro, cuidándose el uno al otro como ramas fecundas que ansían compartir los frutos y las hojas buenas. Van quedando las semillas de aquellos hermanos que fueron yéndose y frutecen los hechos de los que quedan todavía en este Valle del Señor. La Cruz de ROSITA, fue una cruz paciente, de amor resignado hacia todo lo bueno que la existencia fue dando y cavando. La supo llevar con valentía, con honor y gloria. Hoy la deposita ante su Virgencita del Carmen, quien la acompaña a su morada de fiesta y recuerdo. En nombre de LA APLIJ CAJAMARCA, LOS AMIGOS, los acompañamos y sentimos el dolor de Guillermo, Alicia, Inés y demás familiares que la lloran y extrañan…

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Fuente: Facebook de Socorro Barrantes.

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