Presentación In Memoriam Semblanzas
IN MEMORIAM José Antonio Mazzoti (Lima, 1961 – Boston 2024) Por: Alindor Elías Terán Olascoaga. Poeta, crítico, ensayista, académico y docente universitario
PRODUCCIÓN LITERARIA: 1.-POESÍA: “Poemas no recogidos en libro” (1981), “Fierro curvo” (1985), “Castillo de Popa” (1988), “El libro de las auroras boreales” (1994), “Señora de la noche” (1998), “El zorro y la luna (Antología poética 1981-1999 (Lima, 1999), Sakra Boccata (México, 2006, y Lima, 2007), Las flores del Mall (Lima, 2009), En el 2016 publicó una recopilación de su obra con el título de El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2016). Nawa Isko Iki / Cantos amazónicos (2020). 2.-ENSAYO: Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996), Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80 (2002), Lima fundida. Épica y nación criolla en el Perú (2016). “Asedios a la Heterogeneidad Cultural” (1996, compilador). 3.-ANTOLOGÍA: Es coautor de la antología de poesía peruana titulada “El bosque de los huesos” (1995).
EL TRIUNFO DE ASTREA He clamado ante la puerta más alta de la Nebulosa que no me agite el paso y ante los arrecifes que se empequeñezcan y ante la desembocadura de los Cuatro Ríos que se extienda como una piel con el rumor de tus labios abriéndose en el Universo con las mismas estrellas dispuestas a bucear el Mar de Arriba o el de Abajo, Mama Killa: reconoce a tu hermano de brillantes cabellos, acaríciale los testos con la delicadeza de tus niñas súbitamente envueltas en un enjambre de querubines, muérdele los rizos lentamente, y yergue el firme tallo ante los requerimientos de la flor. Yo soy la flor que te contempla desde su cumbre, a mí me corresponde el incendio de las mañanas, la ventisca que arroja el polvo a tus plantas como un domador de pumas, yo soy de la tierra de los bardos más antiguos y he andado por los últimos caminos en busca de tu rastro. Ahora te he encontrado. Como un cazador cansado me acojo a la voluntad de los elementos, dejando que la esfera gire y traiga nuevamente el resplandor de tus pómulos de plata, tus incrustaciones de esmeralda, tus yemas argentinas, Diosa de los Equilibrios Naturales. Y he clamado ante las torres puntiagudas que te toquen las plantas de los pies y que anochezca. De: Señora de la noche
LOS AMORES IMPOSIBLES, LOS POEMAS Mientras te duermes vas oyendo a tus espaldas una puerta que se cierra sin hacer ruido piensas en un amor imposible de citas clandestinas y perros que te siguen en la noche y descubres que un amor y un poema son lo mismo al fin y al cabo y son lo mismo al fin y al cabo el poema y la puerta que se cierra sin hacer ruido y son lo mismo esa puerta que se cierra y un amor imposible que hace ruido estrepitosamente y tienes que escribir el poema escribir el poema escribir el poema a como dé lugar De: Poemas no recogidos en libro
PEDAZOS DE UÑA En el Common de Cambridge Un árbol declara a cuatro vientos que George Washington Juró bajo su fronda el mando de las tropas revolucionarias En julio del 75. Todos los días paso por ahí. Miro el árbol, su meado de perro, sus ramas raquíticas de invierno. Parecería ser más importante, pero apenas Cuando al frente se levanta un gran hotel con su nombre, y los muchachos Juegan béisbol en la esquina, y se diluye El esplendor de la gloria, que el pobre hombre imaginara, Jorge, qué decirte El árbol que pensaste ampararía La libertad de los humanos, es sólo un adorno De un cementerio aledaño. Déjame entonces excavar en ese cementerio Los brazos de los niños mutilados, los gritos horribles de las viejas Corriendo entre las llamas para buscar su nombre, déjame Correr como ellas recogiendo las perlas De cada uno de sus hijos: Hamed, el hijo de la violada; Hassan, el de la cercenada; el que llora cada noche por sus propios hijos muertos. De: Las flores del Mall
III Al atardecer Celina y yo mirábamos las hojas del día terminar de desmoronarse y había en los diarios serias predicciones acerca de vientos de 14 nudos provenientes del sur y nubes bajas y presuntas lloviznas que jamás se dieron y eso formaba parte del encanto de mirar el mar de Lima desmoronarse con la tarde y ver que no era cierto tanto preámbulo a la soledad, tanta discordia con los ídolos idiotas del amor, Siempre la atardecer Célina y yo mirábamos las olas derrumbarse al final de sus deseos enceguecer la espuma y convertirse en un olor y nada más siempre ante el mar/ siempre ante el mundo Celina y yo mirábamos las cosas regresar a su lugar salir de sus casillas muchas otras que rodeaban nuestras manos hasta acabar cansadas, arrojadas como un diario a la banca de un parque Desmoronándose las hojas en un viento de 14 nudos proveniente de cualquier lugar a pesar de nosotros. En: Trompa de Eustaquio Nº II. Revista de poesía y géneros menores. Abril 1981. Cajamarca, 08/09/2024.
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