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Reinhard Seifer Schultheis, presentó libro de literatura: Eleodoro Vargas Vicuña “El trovador de los Andes” - Obra poética, narrativa y vida

 

Consuelo Lezcano Ruiz.

 

La noche del día 11 del presente mes, en el salón del Restaurant “EL Zarco”, el connotado escritor de nacionalidad alemana, ingeniero civil de profesión y medioambientalista, cuyo resumen presentó citado libro, cuyo resumen, es el siguiente:

“Como autor de este libro he querido desterrar la obra poética de Eleodoro Vargas Vicuña, del ubicuo y engreído Parnaso, donde un sector de la academia peruana y algunos peruanistas [2]   lo había enclaustrado, en una construcción de “torre de marfil”. Quizá también por no “tocarla”. No debe estar allí, la obra y menos su autor.  Naturalmente et nunc et semper. La había envuelto –a su obra- con un velo de misterio. ¿Qué marca la escritura de un escritor? Esta respuesta es la más difícil de contestar.

Él ya había tomado una posición o postura social, sin entrar en la parte política partidaria [3]. Ahora bien, ponerla adjetivos o vestirla con el “ropaje” ideológico del indigenismo o neo-indigenismo limita su comprensión cabal y/o su entendimiento social mejor, sobre todo en el contexto peruano. Asimismo, guarecerla en esta facultad perceptiva, le resta la importancia literaria. Peor aún, no le hace justicia a Vargas Vicuña y a su aporte intelectual y en cuanto a sus personajes [4]. Él escribió con entusiasmo, con convicción y templanza. Él no contó cosas insustanciales, como tantos otros. Por supuesto, insinuaba más que dar explicaciones. No manifestaba tampoco el poder de convencer, no es un aburrido profesor de aula -infalible- no lo es y no lo quiere ser. O –ni pensar- se lo puede confundir con un cura hipócrita, que durante la misa dominical celebra sus sermones obsoletos. Es soberano en su opinión o dictado literario. Sin dudas.

Durante el proceso intelectual de la escritura le ganó la angustia y el temor. Aun así, escribía con disciplina y coraje, reencontrándose con su álter ego.  De la misma forma, encapsularlo no funciona mucho, al revisar su obra o en entenderlo mejor, porque él forma parte de una tradición aún viva y no de una ideología trasnochada, como es el indigenismo.  Su escala de valores se impuso por encima de consideraciones políticas.

Zavaleta [5] sentencia así: “Hay otro aspecto por señalar, ya que la crítica lo olvida a menudo. En nuestra generación, hubo un grupo de experimentadores de la estructura del cuento y de la novela, entre los cuales estaba él, junto con Sebastián Salazar Bondy, Sara María Larrabure, Enrique Congrains Martín, Luis Loayza, Oswaldo Reynoso y conmigo mismo, grupo que innovó y abrió nuevos caminos, en su caso, en el cuento poético y en la presentación fragmentaria de los temas, según una sucesión de escenas dramáticas y simbólicas”.

Esta llamada generación de la década de los años 50, no tuvo un Spiritus Rector, como lo fue en el caso de los pintores, con José Sabogal a la cabeza. Algunos críticos han tratado del mismo modo de poner ciertas limitaciones a los poetas, cuando publicaron durante una década. Pusieron un límite. No necesariamente los que han publicado en ese lapso de tiempo son merecedores de esta clasificación. Otros que han publicado fuera de la década, los convierte en ¿“parias”? No pues, la obra se impone sola y no el tiempo determinado.

Quizá, de esta manera inconsciente o por su estilo particular de escribir o comunicarse con los “otros”, no se lo puede aceptar como “indigenista”. Es más, la palabra “indio” no existe en su vocabulario. No la usó nunca en sus escritos. Felizmente. Palabra que, además, lamentablemente” todavía circula en ciertos círculos de peruanistas y de peruanos de la misma manera. A sabiendas que contiene una fuerte dosis racista.

Con todo lo dicho, él es más universal que otros, que escribían algo parecido, o algún tema o texto semejante. Sus cuentos y su poesía se pueden escribir en circunstancias similares, incluso hasta hoy. Influenciado en algo por Carpentier [6], que unos años antes en 1948 escribía ya su visión de "lo real maravilloso" o lo maravilloso real, que algunos críticos interpretan como sinónimo del realismo mágico, aunque otros disienten a este respecto, Eleodoro Vargas Vicuña manifiesta luego con Ñahuín en 1953 su adentramiento iniciático en este mundo literario y su concepción.

Visiblemente las condiciones económicas [7] para los campesinos en los Andes peruanos no han variado mucho.  No obstante, solo él lo pudo hacer de describir sus pensamientos y actitudes frente a la vida serrana. Y a su escritura no la guarneció con adornos de la moda y/o pomposamente con frases rebuscadas.  Y así, él irrumpe en la escena literaria peruana para quedarse para siempre, y ya no puede salir a otro sitio. Y supo hacer una cosa esencial, de quitar las ojerizas ideológicas – a tiempo- a todo su escrito, el de aquél que está escrito y publicado. La lectura fluye libremente y uno lo lee con muchas ganas.

Ahora, ¿arde Acobamba? No tanto, no existe esta incógnita, y a veces solo hay una confusión de haberle exigido que escriba más o que publique más en su vida material, empero que él no pudo o no estuvo dispuesto de realizar; podría haber sido que –por alguna razón o varias razones- había llegado a determinado tope artístico. Él siempre fue muy exigente consigo mismo, raíz por la cual, ojalá que se recupere pronto algunos manuscritos no publicados [8].

Eleodoro Vargas Vicuña – aproximadamente en el año 1944, a los 20 años.

Cajamarca, 11 de abril de 2023

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[1] Eleodoro Vargas Vicuña “El trovador de los Andes” -(2019-p.180-Ed. propia).

[2] Me refiero a los estudiosos extranjeros de temas peruanos.

[3] Aquí en el Perú se confunde muchas veces la política con la política partidaria o viceversa.

[4] Estamos hablando de una economía campesina, que produce para el autoconsumo y muy poco para el mercado y que debe alimentar una familia de aproximadamente -en promedio- de siete miembros, lo que requiere una producción anual de entre 3500 a 4000 kilogramos de alimentos. Lo que en teoría se llama reproducción simple.  Donde, en las chacras -por ejemplo- el rendimiento promedio de los cereales andinos no supera los 1000 kilogramos, por hectárea y donde un trabajador /campesino con los medios de producción a su alcance, en el ecosistema cultivado y dentro del sistema agrario actual, no puede trabajar más de tres hectáreas anuales. No se puede ampliar esta frontera agrícola, por el nivel tecnológico existente y limitante en los Andes peruanos. En esta economía agraria y con este panorama se desarrolló la poesía y la literatura del trovador.

[5] Zavaleta, Carlos Eduardo, Eleodoro en Acobamba, (1997, Lima, apuntes).

[6] O según palabras de Mocega-González: “El mundo novelístico de Carpentier ha creado un universo, en el cual los mismos problemas se repiten con insistencia, siempre dentro de distintas situaciones, siempre en tiempos diferentes, siempre en escenarios mudables. Sus obras han creado el concepto del hombre que es siempre lo mismo para el novelista y el tiempo es una mera ilusión en un universo en el cual los hombres viven en un tiempo

sin tiempo. Los personajes que Carpentier crea son personajes de hoy pero también de ayer y seguramente de mañana que participan en revoluciones de ayer que también podrían ser las revoluciones de mañana, y en sus obras podemos ver la presentación de temas históricos y personales más variados a través de la superposición de planos en lo individual y en lo social. Esta visión del tiempo y la historia es una de las influencias más claves que Carpentier ha tenido sobre la literatura latinoamericana”. Mocega - González, Esther (1980). Alejo Carpentier: estudios sobre su narrativa. Ed. Playour, Madrid.

[7] Algunos críticos literarios olvidan a menudo que sus orígenes también son agrarios. La diferencia estriba que, en países más capitalistas, como Alemania, el campesino -hasta sus papas- compra en el supermercado, porque él está tan especializado, en algún sistema de producción imperante, que el sistema capitalista lo ha hecho así. Mientras que en el Perú todavía un alto porcentaje, un 30% de campesinos y algo más, viven de la agricultura y producen para el autoconsumo y el trueque, poco para el mercado. Y donde la política agraria hasta ahora, para los campesinos -y esto es válido para todos los gobiernos de turno-, (incluyendo al gobierno del general autoritario Juan Velasco Alvarado), les ha sido adverso. Hasta ahora, incluso la clase política actual, llamémosla “burguesía nativa”, mantiene un odio hacia el campesino, una revancha infernal y un rechazo racista, porque –según ella- todos los males económicos y sociales del Perú, le atribuye al gobierno – que fue mandón– de Velasco. También, gran parte de la izquierda peruana, se equivocó con Velasco y su discurso ideológico político nacionalista. Justamente que fue Velasco, que abrió las fronteras peruanas y quien más alimentos importó, en contra del campesino. Los datos estadísticos hablan por sí solos.

[8] Su viuda Enedina Conillas Ferreiros, de 88 años, que vive con una de sus hijas, en un edifico antiguo, en el Cercado de Lima, supuestamente posee algunos relatos y poesía inéditos, entre otras cosas. Lamentablemente, no se pudo confirmar tal existencia, debido a que y a cambio de tener acceso al supuesto ofertado material existente, sutilmente, con otra persona cercana, se “pidió una colaboración económica”.

 

 

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