AL POETA MANUEL IBÁÑEZ ROSAZZA. (1940-1990)
Presentación Comentarios literarios
Era un mediodía más bajo aquellas pobres hojas muertas de smog en los centenarios ficus de la avenida Mansiche… caminaba de prisa pero no recuerdo con qué apremio… cuando de pronto, vi al otro lado de la vía a un buen amigo, Cristian Ibáñez… actor de teatro y con el que cursábamos estudios en la Universidad Nacional de Trujillo… lo noté con algo de afán y angustia en el rostro… en segundos recordé que la última vez que hablé con él, menos de dos años antes, fue entre las bambalinas de un teatro…en el preciso instante en que el telón había caído y él todavía era un ser completamente de plomo férreo y llevaba una dura mirada, tan inquebrantable, que dudé un poco en preguntarle su parecer sobre el éxito o fracaso de la obra… “menos mal que ya acabó esta porquería…” me dijo con algo de sufrimiento.
Por la hora, esa avenida estaba muy transitada y opté por fin en llamarlo hasta la otra distante acera… ¡Cristian!!... !Cristian!!. De inmediato me ubicó frente a él, y acomodándose el cabello y una pequeña valija en la otra mano me dijo “hola amigo…me voy a Cajamarca… mi papá ha muerto”… y se retiró por esa bocacalle donde había una estación de Autobuses… apenas sí alcancé a juntar mis manos y agitarlas junto a mi pecho en señal de solidaridad.
Me preguntaba… ¿cómo se sobrevive a un poeta?.
Manuel Ibáñez ha muerto… me dijo horas después mi padre por el teléfono. Por la tarde subí a la azotea de la casa para lavar un poco de ropa y ahí, en esa pequeña soledad de sol, tratar de recordar la última vez que vi al juglar.
Hoy…dos de julio de muchos años después… he aprendido que al poeta Manuel Ibáñez nunca se lo ve por última vez… sin embargo no olvido aquella noche en que él ingresaba en aquel bar… era yo muy joven entonces… antes de tomar su ya conocida mesa junto a la chimenea se acercó a mí para pedirme toque un bolero en el piano… sí…era él… se detuvo a mi lado y pude ver de cerca sus atuendos bucólicos y pude sufrir la sublimidad de su alma… su cigarrillo…su sombrero… su paraguas… Al momento de agradecerme el bolero por anticipado me miró intenso a los ojos y algún efecto o hechizo de la gravitación en esa sideral noche me arrojó al extraño sentimiento de que algo me quedé debiéndole… y desde entonces, siempre trataba de evitarlo… no sé si era temor o es que no podía yo corresponder decentemente a su grandeza... hay poetas que duelen tanto… Manuel Ibáñez nos dejó hace muchos años… pero sigo viendo su imagen de regreso en la ciudad… en todos los lugares donde sopla el viento y el sol extiende sus últimas sonrisas... lo veo en el granito de los graderíos y cenizos muros que guardaban sus pasos… lo veo por las tardes antes de las lluvias…. junto a la tristeza de los tejados, los diarios y los semáforos… hace pocos días lo vi junto a mi biblioteca… y como ya dije…mientras yo viva, sé que nunca lo veré por última vez… Quizás un día de estos podamos por fin hablar juntos otra vez de las papas sancochadas con huacatay… Hasta siempre poeta…te veré por las plazuelas... por los almendros y los saramagos.
Cajamarca, 18 de julio de 2020