CARTA A MI ESPOSA AUSENTE

 

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Cajamarca, 08 de febrero de 2010.

Querida esposa:

Cuando te despediste guardé silencio para que tu nombre no se fuera de mis labios.

Por pocos días estamos ausentes, tú de mí y yo de ti; sin duda el tiempo y la distancia se han confabulado para separarnos, aunque dichosamente sin renuncias lacerantes.

Para sentir la ausencia no se necesitan meses o años; basta un día o unas horas para estar rodeado de la ausencia, que es la madre de la soledad. ¿Por qué me siento inundado de ausencia desde el día en que te fuiste? Porque al retornar a casa nadie me espera; el recinto está callado, pero diciendo mucho; cada objeto del hogar guarda un mutismo con palabras escondidas; se escuchan los pasos del reloj como si no quisiera dejarse vencer por el tiempo, y cada golpe de aguja es el compás de una marcha interminable. En cada pétalo está la caricia de tus manos; en la mesa del yantar aflora tu inmensa bondad de madre; la camisa oreada y fragante en el cordel es una bandera de tu amor; percibo en todos los espacios tu incansable trajín tejiendo caminitos invisibles; y en el lecho insomne está la franja inmaculada que espera tu retorno. Desde la lejanía me llega tu hálito como una sinfonía silenciosa, como la eclosión más pura de tu alma tocando los ángulos más profundos de mi existencia.

Vuelve ya, no tardes. Vuelve a los rincones donde tus pasos son ecos de presencia, y donde las plantas que cultivas tienen el color de la dulce esperanza. Cada espacio vacío de la casa es para mí un tintero inagotable de sueños y recuerdos.

Vuelve pronto para que de nuevo aparezca el rayo de nuestras luces primigenias, para· que tus manos y las mías se enlacen otra vez en el hilo de nuestras venas cristalinas. En el abrazo del reencuentro nuestros corazones se abrirán de nuevo para oír y sentir el latido de la felicidad, y así danzaré triunfal alrededor de tu ser.

Viviré de nuevo cuando llegues; cuando entre la corola de tus labios vuelva a ver el esplendor de tu sonrisa, y todas las puertas de nuestro hogar se abran a la luz.

Entonces, de nuevo uniremos nuestro tiempo dislocado para seguir con la devoción eterna forjada entre los dos: el Amor.

Por siempre tuyo.

Luzmán

Luzmán Salas Salas

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