La revolución verde o la revolución agraria (la vía campesina) de Cajamarca[1].

 

 

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      Reinhard Seifert

 

       El principal problema técnico del desarrollo de la agricultura de Cajamarca (policultivo-ganado asociado) es la fertilización orgánica de los suelos; no es la falta  de agua y menos el mejoramiento genético del ganado vacuno criollo,  que en su mayoría posee el campesino.

 

      Durante siglos los suelos se han gastado y se han vuelto inertes en Cajamarca.    Sólo los campesinos medios, que podían dejar de descansar una o más parcelas –durante un año o varios años seguidos – ubicadas en diferenciados  pisos ecológicos, que manejan, pueden recuperar de manera natural al suelo.  Implícitamente quiere decir, que  los campesinos que están trabajando por debajo de este umbral, o sea los minifundistas, no están en condiciones de iniciar un proceso de acumulación agraria (tierras y ganado), los que comúnmente  se conocen como campesinos,  viviendo en extrema pobreza.

 

     Por otro lado, el campesino cajamarquino –por lo general- no puede comprar fertilizantes químicos. ¿De qué se trata? Se trata de  producir en la propia parcela lo suficiente de alimentación para el autoconsumo (entre 3.5 a 4 toneladas anuales de alimentos para la familia campesina) y destinar el excedente para el mercado. Este es el típico campesino medio, que no viviría en la pobreza.

 

     Sin embargo, para que esto funcione,  la política agraria, a nivel político y nacional, siempre fue una traba y  esta  política agraria peruana -casi siempre- le ha sido desfavorable al campesino. Sólo los incas fueron capaces – históricamente hablando-  en su ecosistema y apoyado por su sistema agraria de producir un excedente, no había hambre. Prueba de ello son los tambos, los depósitos esparcidos en todo el territorio controlado  y en algunos casos  también lo fueron las chullpas, que funcionaban como almacenes. O sea, a ellos, a los incas nunca les faltó la comida. Hoy, en el Perú, nuevo de diez panes que consumimos son importados y casi el 50% de los productos lácteos.

 

    

 

      ¿Qué hacer?

 

     Debemos sembrar pastos mejorados, que soportan la sequía (se siembran una sola vez, aprovechando las lluvias), es una sola inversión durante los próximos 30 a 40 años, para el campesino   y que se pueden guardar como pasto seco o heno y de esta forma aguantar la época seca. El campesino no tiene la posibilidad económica de realizar cada año nuevas inversiones como si lo es con la siembra de alfalfa o la avena forrajera.

     

      Es tener alimentos suficientes y en abundancia para el ganado. Hoy, el campesino le da rastrojos o panca, un alimento sumamente deficiente que no produce o muy pocas deyecciones animales;  menos puede producir  leche.

 

     El pasto mejorado, luego transformado en estiércol (cuando se mezcla con la paja)  del ganado vacuno, es el principal medio para devolver barato y masivo la fertilización orgánica al suelo cajamarquino. Y en grandes cantidades. Luego es el ganado vacuno que lo lleva a todas las parcelas. Hasta todo los rinconcitos. No hay que transportarlo al hombro, porque se necesita muchas toneladas para fertilizar bien a una sola parcela. De esto se encarga el ganado vacuno. Todo esto es un proceso lento y seguro, pero que le permite al campesino  aumentar la producción (más rendimiento lechero) y productividad (más parcelas a cultivar por familia campesina) a gran escala.

 

     Y nuestro campesino minifundista – anteriormente descrito- se convierte en campesino medio con la capacidad de acumular en ganado y tierras, progresivamente, porque el excedente vendido lo faculta recién de ganar y ahorrar dinero. Este es un proceso de acumular capitales y el deseado progreso o desarrollo.

     

      Por lo tanto, sobre la base o la introducción de los pastos mejorados[2] es hablar del inicio de la revolución verde o la revolución agraria (la vía campesina) en Cajamarca.  ¡Ya sembramos bastantes parcelas en suelo cajamarquino con muy buenos resultados! Cuando funciona, solo se impone en el ecosistema cultivado. Ya que  es que el mismo campesino que se encarga de difundirlo.

 

     La revolución verde espera aún su turno en Cajamarca y todavía no se la ha ejecutada. Hoy es un imperativo social. El tema de fondo de la mejora en la ganadería es la falta de pastos mejorados y perennes que permiten soportar la sequía, tan pronunciada en Cajamarca (durante los meses de mayo a setiembre, aproximadamente). Claro está, el pasto se lo corta y luego se lo guarda o se lo almacena. Indudablemente el campesino trabaja con la óptica de minimizar riesgos. Es su cosmovisión andina. No puede darse el lujo de perder sus recursos naturales, se muere de hambre. Por ello es que la solución es adaptable al ecosistema.

    

      Los españoles, hace casi 500 años, trajeron la hoz (ver acuarela del Obispo Martínez de Compañón de 1784) y el ganado vacuno. Desde 1532 hasta hoy en el campo cajamarquino no hubo un salto tecnológico.

    

     En consecuencia, no hubo un salto cualitativo que hubiese podido desencadenar el aumento de la producción y productividad del campesino cajamarquino.

 

       Actualmente un campesino cajamarquino  - en el ecosistema policultivo-ganado asociado- (la ladera) puede cultivar al máximo 2 - 3 hectáreas al año. Este nivel tecnológico ligado a un par de bueyes, como principal fuerza de tracción no da más para cultivar más hectáreas. Además, existe el definido calendario agrícola, que no se puede variar (clima, precipitación pluvial etc.). Sin embargo, con la introducción masiva y el manejo de la guadaña – como mejora tecnológica- con los pastos mejorados, faculta al mismo campesino, a la misma fuerza de trabajo,  extender la superficie por cultivar al año,  en aproximadamente 50%. Por lo tanto, el campesino, antes minifundista se convierte ahora en campesino medio;  tanto que supera el umbral de la acumulación campesina, como que es  capaz de producir lo suficiente para el autoconsumo y un excedente para el mercado.

 

     O sea, los pastos perennes y mejorados y la introducción de la guadaña en Cajamarca de manera masiva,  son la base de la revolución verde y de la vía campesina.

     

       No soy defensor de la empresa NESTLÉ o GLORIA, pero ya en su boletín ganadero de 1976 de NESTLÉ, propone algo parecido, sin el uso de la guadaña. ¡Han pasado 40 años!;  más que una generación de campesinos y en el agro cajamarquino están esperando todavía el ¡salto tecnológico!

     

      El mercado de acopio de leches ya existe y no se debe a recurrir a propuestas fracasadas; (concretamente me refiero al Gobierno Regional de Cajamarca, a la “Universidad” Nacional de Cajamarca y al Ministerio de “Agricultura” de Cajamarca),  que proponen el “manejo”-solo Dios sabe cómo-  de una cooperativa de producción, que en el territorio nacional y en especial en Cajamarca, como modelo  ha chasqueado rotundamente.  Nunca la cooperativa de producción  había superado en producción y productividad a la familia campesina privada. El espíritu colectivo de una cooperativa agraria, de repartir por igual la producción agropecuaria anual entre las familias,  al campesino,  hoy le es totalmente ajeno.

 

      Los comisarios políticos que controlaban la cosecha- sin ser campesino ni saber sembrar- como en la China en la década de los años 50, o en la Rusia y Alemania de la post-guerra produjeron grandes hambrunas, con millones de muertos en el campo y la ciudad.

 

     Hay que diferenciar muy bien entre propuestas ideológicas trasnochadas y disfuncionales, y  las propuestas técnicas coherentes con el sistema agraria instalado en Cajamarca.  No deben ser propuestas  que jamás ponen al campesino entre la “espada y la pared”, sino que tienen un sostén en la realidad y en su pragmatismo campesino  cajamarquino. La descrita es  una propuesta realista y comprobada que funciona.

 

Cajamarca, 9 de mayo de 2018

 

M. Sc. Ing. Reinhard Seifert

Del Comercio 448 – 466

Cajamarca-Perú

Celular: 967 780 928,  Correo electrónico: rseiferts@gmail.com

 

[1] Este artículo forma parte de mi próximo libro, titulado Arte de la agricultura y minería cajamarquina.

[2] 10 kilogramos de pastos verdes mejorados se traducen en las condiciones ecológicas de Cajamarca en 1 litro de leche.

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