El siempre deficitario servicio municipal de limpieza pública

 

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Hugo REYNA GOICOCHEA

hugo_reyna@hotmail.com

 

 

Los recientes conflictos laborales de los trabajadores de limpieza pública, reclamando mejores condiciones de trabajo y salariales en la capital de la república (Relima), en otros centros urbanos; así como en nuestra propia ciudad; muestran lo delicado de este problema que tiene que ver directamente con el saneamiento ambiental y la salud pública en los diversos municipios del país.   

 

Un problema de colosales dimensiones

 

La limpieza pública, constituye un servicio esencial a cargo de las municipalidades, cuya prestación debe darse en beneficio del interés colectivo, de manera continua, bajo rigurosos cánones de eficiencia y eficacia en el manejo de los residuos sólidos, la limpieza y el ornato de las ciudades; en el marco de un desarrollo integral, algo que aún se aspira a nivel de inalcanzable visión.

 

Lamentablemente, en países como el nuestro, en los que se viene generando un crecimiento urbano no contralado, con características generalizadas de espontaneidad e informalidad; las municipalidades, en estos casos no están en capacidad de poder brindar este servicio y el manejo de residuos sólidos, de una población, cada día más creciente, en el marco de estándares de calidad de tratamiento y disposición final, correspondiendo su destino, mayormente, al arrojó o amontonamiento de ésta en botaderos al aire libre, en sectores semiurbanos, con alto riesgo de contaminación ambiental.

 

Muchas gestiones ediles, ante este delicado problema, simplemente justifican sus limitaciones, en la imposibilidad de no contar con los presupuestos necesarios o simplemente por la morosidad o falta de pago de los contribuyentes; así como por la falta de una conciencia socio ambientalista de los ciudadanos, lo cual atenta contra la propia seguridad de la sociedad, al arrojarse la basura en las calles, sin consideración alguna.

 

Plantas de tratamiento de residuos sólidos

 

Si bien es cierto que los factores, antes aludidos, podrían contribuir a explicar, de alguna manera, este grave problema, lo real es que las conglomeraciones urbanas, por su propia dinámica de crecimiento, generan a diario toneladas de residuos sólidos, cuya gestión, para su destino final, es necesario asumirla con altos criterios técnicos, visión gerencial, integral y articuladora, en el marco de las tendencias exitosas en el mundo, respecto a proyectos y programas de reciclaje, que tiendan, gradualmente,  a incrementar su procesamiento, con fines de reutilización en las actividades productivas, redituando asimismo recursos para las municipalidades.  

 

Según información del Ministerio del Ambiente, actualmente cada peruano genera 800 gramos de desechos sólidos al día; proyectándose que para el 2021, de 2 kilogramos por día y, de no tomarse las medidas de urgencia necesarias, se avizora un panorama desalentador para los próximos años.

 

El caso de Cajamarca

 

Sabido es que la ciudad de Cajamarca, en lo que va de los últimos años del siglo pasado, así como en el transcurso del presente, ha tenido un crecimiento vertiginoso de su población urbana, dada la atracción de las expectativas de empleo en el sector minero. El incremento de los niveles de ingreso de algunos estratos sociales; por otro lado, ha generado mayores posibilidades de consumo de productos y subproductos urbano industriales, así como agropecuarios y también suntuosos, muchos de los cuales se expenden mediante embases y descartables que a pocos les interesa segregar. Si tomamos en consideración el promedio establecido por el MINAM, de 800 gr. por habitante, y una población superior a los doscientos mil habitantes, en la ciudad capital, tendríamos, a diario, una generación de aproximadamente 160 TM de basura, cifra realmente muy significativa y alarmante.

 

Una cruda realidad

 

Es cierto que se ha perdido, en grandes sectores de la sociedad cajamarquina, la consideración y el respeto social que hasta hace algunos años caracterizaba a nuestra población urbana. Muy pocos en la actualidad, respetan los horarios del recojo de la basura, la mayoría, simplemente amontonan en las calles su basura, a cualquier hora del día. Grupos de recicladores, se encargarán de manera inmediata, poniendo en alto riesgo su salud de remover los cúmulos de “desperdicios” pestilentes en busca del rescate de lo reutilizable; luego los canes callejeros, harán su parte desperdigando la basura, mostrándose cuadros deprimentes; ante la indiferencia colectiva.

 

Lo visto en los últimos días, a lo largo y ancho de la ciudad, ha sido un panorama realmente deprimente, una ciudad sucia y maloliente, maltratada por sus propios moradores, ante los conflictos laborales de los trabajadores de limpieza pública, que reclaman mejoras en sus condiciones laborales y económicas,  por su trabajo de alto riesgo para su salud. Este delicado problema, nos ha demostrado que la municipalidad no cuenta con planes de contingencia para afrontar este tipo de emergencias circunstanciales, potencial y peliagudo problema para la salud pública.

 

El problema del servicio de limpieza pública y su destino final, ha puesto en tela de juicio que la llamada planta de tratamiento de residuos sólidos (km. 13 carretera a Namora) en el marco del Plan Integral de Gestión Ambiental de Residuos Sólidos (PIGARS), a pocos años de funcionamiento, habría ya colapsado en su capacidad de soporte, no habiendo cumplido con las expectativas de reciclaje de un porcentaje importante, con fines de reutilización y generación de ingresos para su gestión, siempre deficitaria.

 

Finalmente debemos incidir que los rellenos sanitarios y las plantas de tratamiento de los residuos sólidos, son una alternativa viable, claro está en términos de capacidad de gestión, lo cual por el momento no se  ven en la generalidad de municipalidades del país: Un difícil reto para quienes aspiran en el 2014 a gobernar los municipios y gestionar las municipalidades.  ¡El reto está planteado!

 

 

Al respecto, debemos ser conscientes que este grave problema requiere de atención y alta prioridad, especialmente en ciudades con una alta dinámica de crecimiento urbano, como es nuestro caso.

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